BAJANDO, PAZEANDO.

BAJANDO, PAZEANDO.

Queríamos un lugar virgen. Un lugar mágico. Un lugar especial donde se viera el amanecer, el atardecer y de preferencia un pescador de cien años viviendo en su bote con muchas historias que contar. 

Como la vida real es más parecida al cine que a los cuentos de hadas, encontramos un campamento de frailers en una playa desierta en Cabo Pulmo, BCS. Armamos la tienda, nuestro querido hogar portátil; cocinamos pescado al ajo en una fogata y dormimos bajo un cielo de estrellas. Al día siguiente nos dimos cuenta que ahí las dos de la tarde no funciona como el resto de las playas en el mundo. El sol está enorme en el cielo y quema la piel, pero el viento es furioso y da mucho frío al cuerpo. No sabes si sudas de frío o de calor, entonces tomamos un par de visores y nos atrevemos a meternos al mar helado con la esperanza de que el sol no deje congelar tus huesos.

 

Vemos peces, corales y las distintas tonalidades del agua. Entramos en calor con el puro movimiento y entonces sucede lo terrible… nos da miedo salir del mar y morirnos de frío aunque eso sea absurdo porque hay mucho sol. Nos des preocupamos al recordar el CECO esperándonos en la arena y aunque suframos la carrera hacia él sabemos que al ponértelo será el abrazo de calor más grande y podrás sentarte, sin más, a disfrutar la vista de una montaña con cactus, el mar, sus olas, el sol y será como si nunca hubieras salido del agua.

 

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